21 de septiembre de 2011

Las Tres "R": Reutilizar (Parte II)


Continuamos con la segunda parte de la "R" dedicada a REUTILIZAR. Espero que saquéis provecho de lo que os cuento y lo pongáis en práctica. Creo que esta segunda parte de REUTILIZAR es más entretenida y más divertida de leer, pero la primera también era necesaria. 

Ropa

Una primera reutilización de la ropa es guardarla para la siguiente temporada. Parece una tontería mencionar este punto, pero experiencias cercanas me demuestran que no lo es. La ropa no hay que renovarla por completo cada temporada, es un gasto innecesario y un desperdicio de recursos de todo tipo (agua, energía, tintes, lana, hilo...). La tiranía de la moda es algo de lo que hay que desprenderse, y dado que el 99.9% de las personas no somos supermodelos no hay que tirar abajo el armario con el cambio de estación para ir vestidas de forma más que decente y adecuada. Al fin y al cabo se lleva lo que tú quieras, lo que a ti te guste y lo que te siente bien. Verás como si te sientes cómodo con una chaqueta de hace cinco temporadas alguien encuentra una igual y de repente dice que se lleva. Somos así.





Aparte de esto, cuando hablamos de ropa vieja es otro tema. Si se nos queda pequeña y aún se puede usar podemos donarla. Pero cuando esto no puede hacerse porque ya está muy usada o muy manchada podemos reutilizarla.

Con camisetas o camisas viejas, incluso con sábanas que vamos a tirar, se pueden hacer trapos si las cortamos en trozos. Estos pueden usarse en las tareas de casa que más manchan las bayetas que compramos en el supermercado, como limpiar los cristales, una parrilla que está llena de grasa o una puerta llena de barro tras una tormenta. Usando estos trapos mantenemos limpia la bayeta de la cocina, que tiene propósitos más delicados de cara a nuestra salud. También son buenos estos trapos para un garaje en el que haya un mínimo de herramientas, porque siempre hay grasa, y cualquier otro trapo más delicado no podrá lavarse nunca si hay manchas grandes de por medio.

Una vez que hemos usado estos trapos que hemos creado nosotros ya podemos tirarlos al contenedor verde porque hemos contribuido a que no llegaran a la basura de vacío.

Tarros de cristal

Muchas marcas, dentro de su programa de calidad y prestigio, ofrecen en sus productos unos envases muy elaborados. Para estas empresas es parte de su plan de negocio, pero la realidad es la siguiente: el diseño de estos envases suele implicar un coste alto para el fabricante por el salario de quienes trabajan en ese producto en concreto (diseñadores, encargados de marketing...), fabricarlos también es caro, porque suelen incorporar buenos materiales, y también a nosotros nos suponen un dinero, porque debido a esos envases pagamos un sobreprecio por el producto en cuestión. Y no hablo de perfumes, hablo de alimentos.

De la realidad que he mencionado antes se desprenden dos cosas. Si hemos pagado más precio por esos envases lo justo es que nos los quedemos y no los tiremos a la basura sin ton ni son. Si encima son buenos materiales lo inteligente es reutilizarlos.

Pongamos varios ejemplos:

Los tarros de cristal de ciertos yogures. Bien sabemos que esos yogures no valen lo mismo que los que vienen en pack de ocho, es el yogur superior al resto de los que fabrican. Los tarritos en los que vienen se pueden lavar y usar para otras cosas. Por ejemplo, los postres que hacemos en casa quedan muy bien en ellos, son manejables para meterlos en la nevera, porque ocupan menos espacio que muchos cuencos de mi casa al ser altos pero estrechos, y son muy presentables para servirlos si hay invitados. Se puede hacer gelatina, cuajada, mousses… Si son los yogures que comes habitualmente y tienes cientos de tarritos como esos es normal que quieras deshacerte de ellos, pero ¡siempre en el contenedor verde!

La gelatina que se vende en sobres para hacer en casa queda genial en estos tarros.  

Los tarros del café y seguro que de algunos productos más. De nuevo, ciertas marcas ofrecen algo extra de cara a captar clientes. A veces es algo continuo, imagen de marca, otras veces esos tarros son promociones temporales que luego no vuelven a aparecer. Son característicos los tarros de Nescafé o los herméticos que ofrece Marcilla.

Se pueden usar como tarros para la cocina, metiendo dentro legumbres, pasta, harina, fideos… imitando a esas colecciones que venden en tiendas para tener todo a mano. También para el cacao si lo compras en bolsas grandes, o para caramelos y dulces, porque cierran muy bien. Pueden ser tarros para lapiceros de colores porque algunos son altos, o para botones, hilos de coser… ¡mi padre los usa para los tornillos y las piezas pequeñas que tiene en el garaje! Cualquier cosa vale con tal de tener todo a la vista y a mano.

Si tienes más imaginación y más maña que yo se pueden hacer cosas muy bonitas, como huchas para unos ahorros, o decorarlos con pintura acrílica para indicar su contenido, o pegar una muestra de lo que contienen en el tapón… Mirad lo que ha hecho Virgina, del blog Con otro aire, con unos tarros de café. Podéis pinchar aquí para ver la entrada en la que explica cómo lo hizo. 


Los vasos de Nocilla son algo muy típico de nuestra cultura, algo inherente a ser español, casi más que la jarra de sangría o el palillo de dientes. ¿Quién no tiene dos o tres en casa? La verdad es que son muy buenos y muchas veces vienen decorados por alguien especial, o con dibujos famosos. Y ya que se compra Nocilla...

Botellas de cristal. Algunas veces, aunque pocas y selectas, algunas botellas de agua mineral son de vidrio. También lo son las botellas de otras bebidas (como algunos zumos) que, bien lavadas, hacen el mismo efecto. Esas botellas pueden usarse para enfriar el agua en la nevera, con la ventaja de que no tienen una vida útil determinada. Las botellas de plástico deben ser recicladas con frecuencia porque no pueden rellenarse por mucho tiempo, sin ser, en cierta medida, un poco nocivas para la salud. Éstas, en cambio, sólo hay que lavarlas para poder usarlas una y otra vez, y es más sano almacenar agua así.

De nuevo, si tienes mucha imaginación puedes hacer manualidades con ellas. Muchas son bonitas de por sí y pueden ser jarrones para flores, o rellenadas de arena o sal para decorar una estantería…

Envases regalo 

Hay otros productos que ofrecen también envases en calidad de "regalos" para el comprador. Existen algunos quesos con un cierto prestigio que se venden en cuñas de plástico más duro, y que pueden usarse para guardar otros quesos en la nevera una vez que nos hemos comido el primero. También en algunas promociones se regalan tarteras de plástico que, aunque quizá no cierren bien del todo y no sean perfectas para el transporte de alimentos, no son malas para congelarlos (porque de ahí no se cae nada) o para guardar algo de comida que ha sobrado en la nevera.

Cremas

Entramos en uno de los últimos puntos de esta "R" y el que más me enerva. No trato de que contaros cómo reutilizar una crema, pues una vez que las ponemos en nuestra piel ya no pueden ponerse de nuevo, pero sí de cómo darles una segunda oportunidad a las cremas que consideramos acabadas.

Habréis notado que la gran mayoría de las cremas que compramos, ya sean solares o hidratantes de cualquier tipo, mascarillas o incluso geles de ducha, vienen en formato "pasta de dientes y boca abajo". Seguro que sabéis a lo que me refiero y ya lo estáis visualizando. Llega un momento en que de esas cremas ya no se puede sacar más porque por mucho que apretemos y doblemos el envase no sale nada. Cualquier persona las tiraría, porque ya se supone que ya no hay crema dentro, pero eso es un error. Dentro queda crema para varios días.

Las empresas presentan los envases de ese modo porque así, si caes en el error de tirarlo, comprarás otra crema nueva y ellos venderán más productos. Esa es la razón para no vender cremas en formatos tarro de toda la vida. En esos envases, como la lata azul de NIVEA, no se desperdicia nada de producto, y no compras otro hasta que no has terminado el tarro antiguo; con estos, en cambio, la rotación de las cremas en las estanterías de nuestro propio baño es mucho mayor, lo cual redunda en su beneficio. Marketing puro. 

¿Cómo vencer al sistema? Es muy fácil. Cuando ya no se pueda sacar más crema del bote hay que coger unas tijeras y cortarlo aproximadamente por la mitad. Sin miedo. Cuando tengáis dos trozos observaréis que a ambos lados hay crema todavía, y que en el de abajo hay mucha más de la que os podíais imaginar. Yo recomiendo usar primero la crema de la parte superior, y si hay mucha, trasladarla con el dedo o con una cuchara a la parte de abajo. ¿Por qué? Pues porque después, cuando nos hayamos echado la crema en la cantidad que necesitamos, vamos a usar la parte de arriba del envase como capuchón para la de abajo.

Hay que coger la parte de arriba y colocarla a modo de capucha encima de la otra. Quizá sea necesario aplastar hacia dentro uno de los lados (el frontal, por ejemplo) de la parte de abajo del envase para que entre bien. Hay que empujar hasta que toda esa parte quede colocada sobre la parte de abajo y sólo veamos ese trozo de envase. Así la crema se conserva perfectamente, os lo prometo. No se reseca en absoluto, porque con este cierre no entra aire dentro, y se puede usar en perfectas condiciones hasta que se nos acabe por completo.

El truco de la capucha lo aprendí de mi hermana, pero antes de eso yo ponía un trozo de papel transparente bien cerrado sobre la parte de abajo, del mismo que se usa para la cocina. Es igualmente válido este sistema, pero mucho más engorroso que el otro porque el cierre no es tan infalible, así que probad como os comento arriba. Para que lo veáis mejor os dejo una especie de tutorial de cómo lo hacemos nosotras en casa. 


Paso 1. Cortamos el envase de crema por la mitad. 


Paso 2. Nos quedan dos trozos más o menos del mismo tamaño. 

Paso 3: Aplastamos un poco uno de los laterales de la parte inferior. 

Paso 4. Con la parte inferior ligeramente aplastada, introducimos una parte dentro de otra. 

Paso 5. Con la parte de arriba colocada así podemos abrir y cerrar el envase para aplicarnos la crema tantas veces como queramos. ¡Hasta que se gaste!


Cajas de cartón

¡Hay que ver la cantidad de cosas que guardamos en los armarios! Muchas veces se trata de cosas con cierto valor sentimental o que no queremos tirar, y otras son cosas muy necesarias y del día a día: nuestra ropa y los zapatos de la temporada de invierno o de verano, según la estación.

Ahora hay cajas de plástico en cualquier supermercado, incluso en IKEA las venden de cartón, con flores y dibujitos. Pero antes no era así y nunca ha habido ninguna desgracia. Yo meto mi ropa de otras temporadas en cajas de cartón de folios, que caben en los altillos de mi mueble. Aunque sean de cartón, si se mete bien doblada y colocada la ropa se conserva perfectamente y no le pasa nada, y no hay necesidad de comprar cajas en las tiendas si tenemos estas u otras que nos sirvan.

Los zapatos los guardo en sus propias cajas, así tampoco compro otros envases y reutilizo los que me dan en la tienda. Además, esas cajas por su tamaño suelen caber muy bien en los armarios. Si las cajas son de botas serán más grandes, y en ese caso, mientras usamos las botas en invierno, nos caben en ese caja más de dos pares de zapatos y sandalias de verano.


Y ahora viene lo mejor. 
Recordad que esto de respetar el medio ambiente no es tarea de unos pocos. Aquí es donde podemos participar todos. 

Si tienes alguna sugerencia para reutilizar algo que consideremos "basura", abre tu cuenta de correo y mándame un e-mail con ella a: gijon.blogs@gmail.com. 

Con los correos que reciba haré una nueva entrada para que todos podamos conocer nuevas formas de reutilizar y colaborar en la preservación de nuestro entorno.

En la próxima entrada: RECICLAR

1 comentario:

  1. Hola Gijón,

    Una vez más me quito el sombrero: qué maravilla. Aunque sé muchas cosas, repasos como este me descubren otras que no había imaginado siquiera, como ese método para aprovechar mejor el contenido de los envases. Otras cosas me resultan muy familiares, como el reutilizar prendas o sábanas viejas para hacer trapos con ellas. De ellos me sirvo mucho aquí en el trabajo, así como de envases pequeños o medianos, como bien has puesto en el ejemplo, para tornillería y pequeños componentes -me vienen especialmente bien los cilíndricos que vienen con los bastoncillos para los oídos-.

    Quizá lo que mas me ha sorprendido ha sido lo que has dicho sobre los recipientes de plástico. Soy consciente de que el cristal resulta más higiénico y que basta con lavarlo una o mil veces para que siga siendo perféctamente útil, pero ignoraba que el plástico tuviera una vida tan corta.

    Por cierto, qué buena pinta tiene esa gelatina xD

    Un abrazo!

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