6 de noviembre de 2013

5 ventajas de comer en tartera


Entre unas cosas y otras, y haciendo números, me he dado cuenta de que llevo más de cinco años con la bolsa de la comida al hombro. Es una bolsa de tela que me ha acompañado en la universidad, el máster y ahora en el trabajo. No la he cambiado pese al estampado de muñecos por una sencilla razón: tiene el fondo de la medida perfecta, de manera que puedo llevar la tartera en posición horizontal sin que se me vuelque.

Yo encuentro reconfortante eso de comer comida de casa. Me explico: en mi opinión, comer de tartera es una de las mejores opciones a la hora de comer en el trabajo o en la universidad. 

No todo el mundo piensa como yo. Hay quien no está conforme con eso de sacar la tartera y calentarla por algunas razones que he ido escuchando. Algunos hacen hincapié en los aspectos más físicos del asunto, esto es, comer de un envase en lugar de comer de un plato. Hay quien no tiene tiempo para cocinar el día anterior o esa misma mañana. Otros no disponen de microondas en su trabajo o en la cafetería de la universidad, y comer un pic-nic frío todos los días cansa un poco. 

Los únicos dos motivos que a mí me pueden hacer entender que alguien no quiera comer de tartera son el segundo y el tercero. Para el primero no tengo piedad: mi abuelo siempre ha dicho que para comer lo que hace falta es comida, y a veces hay que dejarse de remilgos y buscar soluciones (ej: tarteras de cristal, si el reparo viene por ahí). 

Comer en tartera tiene muchas ventajas si se saben ver. Yo he encontrado cinco, pero seguro que hay más: 


1. Puedes elegir qué y cómo
Si comes en una tartera puedes elegir la calidad de lo que comes, sabes cómo lo has preparado y con qué ingredientes. Conoces lo que comes y además puedes controlar mejor las calorías, la grasa o el azúcar de tus platos. 

2. Las raciones de adaptan a ti 
Muchas veces los restaurantes de comida del día sirven raciones enormes. Suele ser porque alimentan a gente que lleva a cabo trabajos físicos, sobre todo en las zonas industriales de las ciudades, pero también porque existe la creencia de que es mejor que sobre a que falte (aunque pidas raciones normales te sirven lo mismo, ¡me ha pasado!). 

Esto supone un gran desperdicio de comida porque la mayoría de las veces no terminas el plato (por no decir lo que pasa cuando el menú tiene primero y segundo). Cuando llevas tu propia tartera tú eliges cuánto te sirves y controlas mejor la ración evitando ingerir calorías de más y tirar comida. 

3. Comer de tartera es más barato
Comer en la calle a diario sale por mucho dinero al cabo del mes. Pongamos que el precio medio del menú del día, y siempre dependiendo de la zona, oscila entre los 8-11 €. Trabajando una media de 20 días al mes el gasto es de entre 160 y 220 euros. A menos que el ticket restaurante esté dentro de tu salario es más económico cocinar en casa. 

4. Puedes llevarte lo que sobró.
Si comes de tartera puedes aprovechar de una forma sencilla la comida del día anterior. La gente suele estrujarse la cabeza para encontrar el modo de acabar lo que ha ido sobrando. La verdad es que nunca he entendido bien estas dudas… si sobra algo ¡lo único que hay que hacer es comerlo! 

5. La comida casera es reconfortante
La sensación que deja la comida tras haberla tomado no es la misma que la que se tiene al salir de un restaurante. Uno se siente más como en casa; son sabores, olores y texturas que reconocemos, que nos son familiares y a los que estamos acostumbrados. Esto se acentúa más aún cuando disponemos del espacio adecuado para comer, como sucede cuando hay un comedor en la empresa donde podemos pasar un rato cómodamente sentados. 

Comer fuera todos los días se acaba notando en el cuerpo. Por muy bien que cocine la persona que está a cargo, siempre usará más aceite que el que nosotros queremos usar, por ejemplo. Y la cosa es aún peor cuando comemos sándwich o bocadillo. 

Es por estas razones que a mí me parece una estupenda idea comer de tartera. No me resulta molesto cargar con ella, es más lo agradezco, porque me permite alimentarme en lugar de comer solamente, y porque así me resulta más fácil cuidar de mí.

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